En efecto muchos de los diálogos son artificiales, pero eso no es un error sino, justamente, su gracia. Y por ser artificiales dejan de ser sesudos, intelectuales, abstractos, discursivos o demasiado inteligentes. En este caso, la combinación de la profundidad de los diálogos y su impostura resulta en comedia. En realidad la fuerza de las conversaciones está, más que en ellas mismas, en lo que dicen de los personajes, en cómo hablan, en cómo dan la pelea, en cómo se retiran y cómo regresan, en cómo se resignan y cómo triunfan. Toda la película es una apuesta teatral. No quiere decir que los diálogos sean inocuos, vacíos o demasiado abstractos. Podría decir que se desarrollan en dos niveles: en su nivel más básico, reproducen los problemas centrales e históricos de la historia de la literatura, el cine y el teatro: los valores de la aristocracia, su aburrimiento, la separación de caminos en un matrimonio, el envejecimiento, la decadencia de los valores. Pero de otro lado, en su nivel más abstracto, son una comedia trágica.
De mis diálogos favoritos es el mantenido entre los dos hermanos, Aydin y su hermana Necle. La conversación sostiene los dos niveles: si en cuanto a contenido da cuenta de esos asuntos históricos que mencioné, de otro, en cuanto a la forma, es una comedia en la que los personajes se adelantan y retroceden sin saber bien para dónde van: es una estrategia que sin afán, con paciencia, nos presenta los conflictos internos de los personajes a partir de lo que dicen, no de lo que hacen. Eso tiene mucha gracia. El énfasis discursivo de la película no sólo la emparenta con el teatro sino que le da una fuerza inmensa. El resultado son personajes sumamente complejos de los que cualquier cosa se puede esperar: ver a Aydin liberando a su caballo o pidiendo perdón, a su hermana -pedante, aristócrata, quisquillosa- destrozada por su separación o al Imán maldiciendo a Aydin, responde a esa construcción compleja de cada uno de ellos.
Por eso Sueño de invierno se parece a un juego de máscaras. Todos los personajes guardan siempre una cortesía a veces ácida y a veces sutil que evita los momentos explosivos que a algunos críticos les hace falta. Frente a esta cortesía, sólo tres personajes suelen explotar fácilmente en oposición a la "impostura" de los otros: un niño, un borracho y una joven.
Por último, Sueño de invierno me hizo sentir, como a tantos otros que defienden la película, leyendo una novela rusa del siglo diecinueve o un conjunto de cuentos Chéjov (de hecho, esta reseña dice que la película está basada en tres relatos del escritor: http://revistatarantula.com/sueno-de-invierno-de-nuri-bilge-ceylan/) o viendo una película, potenciada a la n, de Ingmar Bergman: conflictos internos, complejidad de los protagonistas, comedia, tragedia y, en fin, ese juego de máscaras en el que cualquier cosa puede pasar. Diez puntos.
Otras reseñas:
La odió: "La proyección se dedica a extensas e inconducentes conversaciones entre el protagonista, su esposa joven pero agotada, su hermana agria y resentida, y otra gente que difícilmente sepa cantar el Himno a la Alegría": http://www.ambito.com/diario/noticia_ee.asp?id=781275
Un audio de posiciones opuestas: https://soundcloud.com/la-autopista-del-sur-3/sueno-de-invierno
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