El filme está dividido en dos partes. La
primera está dedicada a retratar a la familia conservadora de los Velasco en
Cali. La segunda a desentrañar los rincones más oscuros de la familia y de la
situación política de Colombia en la década de los 50. Para ello se sirve del exceso,
el horror, el incesto, el vampirismo y el canibalismo de dos de los jóvenes de
la familia.
Hay tres formas de ver el asunto:
primero, como dos partes desconectadas, la primera más clara y la segunda
excesiva y aislada (que obedecería a las obsesiones de los jóvenes
caleños). Segundo, como forma de representar un horror que en la vida cotidiana
mezcla formas distintas y hasta contradictorias difícilmente relacionadas. Tercero,
un exceso que lo que busca es descubrir las entrañas de un sistema social y político
perverso.
En
algunos lugares el filme fue acusado de ser incongruente en la unión de sus dos
partes:
"En esta última parte comienzan a sentirse saltos incongruentes entre secuencia y secuencia. El ritmo de la película decae considerablemente en su intento por recrear un mito popular (el "hojarasquín" del monte) de manera apresurada en los últimos minutos de proyección. Esta parte mítica se siente falsa, no por la carga de superchería que de hecho lleva, sino más bien porque no logra simbolizar los aspectos concretos del sitio donde surgen, en este caso, la rica y compleja realidad de una región campesina localizada en el occidente del país. En este sentido, nada más gratuito que el asesinato del capataz, lo cual se intenta justificar caracterizándolo previamente como hombre "malo" mediante la utilización de un recurso facilista en las primeras secuencias de la cinta: matar a un pavo. Se puede afirmar, que en la última parte de la película, Mayolo desbarata lo que admirablemente había construido en las primeras escenas” (Revista Semana, 1983).Un poco más condescendiente pero por el mismo camino, fue el artículo en El tiempo de Mauricio Laurens (citado en http://cinedehorror.blogspot.com/2007/01/horror-colombiano-carne-de-tu-carne.html) que dice: “una vez los espíritus y vampiros se toman la trama... todos esos personajes tan exquisitos y tan bien creados, la familia adulta, son totalmente olvidados y por lo tanto la trama se siente incompleta, falta de un conclusión final... así como también todos esos paralelos y referencias a la catástrofe acontecida en Cali y a la dictadura militar de Rojas Pinilla que aunque aún siguen siendo mencionados... como que se perdió el... cómo lo digo... el caso es que ese aspecto de la trama o se perdió, o simplemente yo soy bruto y no entendí que tenía que ver con todo lo que estaba pasando. La película también se resiente un poco en la edición, con cortes que a veces se sienten demasiado bruscos, pero esto se puede perdonar debido a la edad de la película”
Pero el asunto es que no es tan claro
que esta incongruencia pueda ser adjudicada a un error de dirección sino más bien a la
propuesta misma de Mayolo. En la entrevista con Semana en 1983, Mayolo hace
referencia a los objetos en “Cul de sac” (Polanski, 1966) diciendo
algo que puede ayudarnos a rastrear esta posibilidad: “Un día estuvimos
hablando con Roberto Álvarez sobre esa película y nos amaneció. La escopeta, el
teléfono, lo que hoy es mañana no es, el teléfono lo arrancan y después lo
necesitan, los huevos en todas partes”. Lo que hoy es mañana no es, dice
Mayolo. Lo que fue de la familia en la primera parte ya no es en la segunda. ¿Que
por qué matan al capataz?, la gracia, justamente por tratarse del horror, del
exceso, es que no hay un porqué. Dice en la misma entrevista Mayolo: “Mis
cortometrajes gustan por la audacia, por lo no manidos ni arquetípicos y por lo
sorpresivos. Es un cine un poco hijo de toda la teoría surrealista. La colisión de las cosas, el azar
maravilloso, el encuentro fortuito de las cosas”.
Podríamos decir que en “Carne de tu carne” nada tiene explicación. Y no se trata sólo de una propuesta estética (¡el filme se estrenó el 31 de octubre de 1983!). Se trata del horror. Se trata de bebés que desaparecen de la cuna para aparecer luego jugando en el baño con un muñeco de ángel negro a su lado. El duende, dicen unos, “La Madremonte”, “El hojarrasquín”, “qué duendes ni qué nada. Fue ‘La chusma’”. El horror no tiene explicación. No tiene explicación lo del bebé. Tampoco los camiones del ejército que explotaron con dinamita en el centro de Cali el 7 de agosto de 1956[1]. Se confunden los mitos, la imaginación, los hechos, la política y la superstición: “(…) teníamos lucubraciones sobre un cine independiente, barato. Ojalá que fuera de horror. Que desmitificara los horrores de la Violencia y de la miseria, pero por otras vías. Queríamos ser alegóricos con una realidad que se presentaba espinosa y casi lacerante. Queríamos películas filmadas en provincia, con pocos personajes. Películas fantásticas, donde los señores feudales devoraban a los obreros, les sacaban la sangre a los obreros. Donde el incesto se convertía en un instrumento de poder y devoraba a los oficiantes como a las víctimas. Eran otras cosas las que nos interesaban. Íbamos hacia un género que desconocíamos” (Mayolo, La vida de mi cine y mi televisión, 91).
Es esa su naturaleza excesiva y casi siempre inexplicable. Hay asuntos del mundo que no se pueden explicar. Quizás, como diría Cormac McCarthy, lo realmente importante del mundo es lo que no se puede explicar.
Todo lo anterior en cuanto a la naturaleza inexplicable del horror.
Pero María Inés
Martínez (http://www.colombianistas.org/Portals/0/Revista/REC-33-34/8.REC_33-34_MInesMartinez.pdf)
apunta a la otra cara de la moneda, es decir, a que
en efecto Mayolo (junto con el “combo” de Cali) tenía claro lo que quería
decir, tenía absolutamente clara la conexión entre vampirismo, incesto y vida
política, es decir la conexión entre las dos partes: “Cuando Mayolo articula el
tema del incesto con el vampirismo y el mundo animal en sus personajes, su
intención no es la de crear sensaciones gratuitas de terror en el espectador.
Ciertamente, en Carne de tu carne, el horror cumple con el cometido de ser una
estética que critica las prácticas endogámicas de la familia Velasco y la
ruptura de ésta con las reglas sociales y de convivencia. El horror es una
estrategia estética para señalarle al espectador que en La Violencia ocurrió
algo insólito y anormal que es digno de un escándalo. Precisamente, esta noción
de producir escándalo también es una característica de la estética surrealista
cuando intenta mostrar las debilidades del sistema imperante. Buñuel anota que
el escándalo en el arte surrealista es un “revelador potente, capaz de hacer
aparecer los resortes secretos y odiosos del sistema que había que derribar… La
unión de Margaret (de padre liberal) y Andrés Alfonso (de padre conservador)
simboliza el acuerdo político de la aristocracia de los dos partidos políticos
y su entrada en la política colombiana con la figura del Frente Nacional, del
cual quedan marginados otros actores políticos que no pertenecen a la élite”.
En la entrevista con Semana Mayolo dijo
que el filme incluía hasta moraleja y todo. Conociendo a Mayolo lo más probable
es que lo dijera en broma, al menos de que con “moraleja” se estuviera refiriendo a lo que él mismo escribía en sus memorias: “Al final quedan los dos amantes sanguinarios
erguidos en frente de su tumba, mirando al infinito. Entre la niebla, se oculta
la maldad que llega hasta nuestros días. Están vivos”. Martínez va por otro
lado. La intención de Mayolo en su camino surrealista no habría sido otra que la
misma de Buñuel en Un perro andaluz
(1929): mostrar el horror en sus formas más atroces para lograr la distancia
entre el espectador y los personajes para, así, buscar activar mecanismos de reflexión
y reconocimiento de la realidad.
En fin. Yo me quedo con la idea de la naturaleza inexplicable del horror, y menos con la denuncia política. Pero hay para todos los gustos.
Mayolo, Carlos. La vida de mi cine y mi televisión,
Bogotá: Villegas Editores, 2008
Galvis, Silvia, y Alberto Donadío. El jefe supremo:
Rojas Pinilla en la Violencia y en el poder. Medellín: Hombre Nuevo, 2002.
[1] (…) seis camiones cargados con
dinamita, bajo la responsabilidad del ejército, explotaron en Cali, destruyendo
treinta y seis manzanas de la ciudad, habitadas en su mayoría por gente humilde,
y causando la muerte de más de mil quinientas personas y heridas graves a 2.500.
La suma de varias negligencias de dos suboficiales del ejército fue la causante
de la tragedia que Rojas quiso
aprovechar contra la oposición a su
régimen.
(Galvis, Silvia)
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