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domingo, 23 de diciembre de 2012

Un poema de Quevedo sobre el tiempo

Por azar me encuentro con un poema de Francisco de Quevedo de una pertinencia maravillosa para pensar el tiempo en el mundo contemporáneo. Escrito a comienzos del siglo diecisiete, "Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió" no solo habla de la angustia de un hombre que  siente cerca a la muerte, ni tampoco de lo corta que se nos aparece la vida, ni solo de la incertidumbre en el paso de los días. No es, solamente, un asunto subjetivo y por eso su pertinencia (el hecho de que en el segundo terceto diga soy un fue y no, por ejemplo, soy un fui). Siento que su versión del tiempo (tempus fugit) nos habla del tiempo puntuado al que ya se referiría Michel Mafessoli, un tiempo que se parece más a una sucesión de pequeñas big bangs que a una línea y del que hablé ya en la entrada anterior sobre Neuman. Un tiempo que, a propósito, se ve cada vez más claramente reflejado en la forma misma de la literatura contemporánea: fragmentos, voces cruzadas, tiempos que explotan en sí mismos.


Represéntase la brevedad de lo que se vive y cuán nada parece lo que se vivió
 «¡Ah de la vida!»... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni adónde
la Salud y la Edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.
Ayer se fue; Mañana no ha llegado;
Hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado.
En el Hoy y Mañana y Ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.

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