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miércoles, 15 de abril de 2015

Flamenco y toreo: fragmento de "Los reconocimientos", de William Gaddis

En alguno momento, cuando la termine, escribiré algo sobre la genial novela de Gaddis. Por ahora, porque me ha dejado muy contento la descripción sobre el flamenco que hace uno de sus personajes, transcribo un fragmento, unido a un poema de Miguel Hernández cantado por el El niño de Elche:
"De eso se trata, esa arrogancia, esa misma arrogancia del sufrimiento en la música flamenca, escucha. Es su fuerza lo que resulta tan arrollador, la suficiencia que es tan delicada y tierna sin un instante de sentimentalismo. Con infinita compasión pero rechazando la compasión, es una precisión del sufrimiento -siguió, agitando bruscamente la mano en el aire como para plasmarlo allí-, la tremenda tensión de la violencia totalmente encerrada en un marco... en un molde lo que no pretende tener otro nivel que el suyo, ¿entiendes lo que quiero decir? Es la intimidad, el exquisito sentido de la intimidad que tiene, es el sentido de la intimidad que la mayor parte de las expresiones populares de sufrimiento no tiene, no se atreve a tener, eso es lo que la hace arrogante. Eso es lo que el sentimentalismo invade y corrompe, eso es lo que hemos perdido en todas partes, sobre todo aquí, donde asaltan de todas las formas posibles tus sentimientos y tu intimidad. Estas cosas, el sufrimiento y la violencia, tienen su propio modelo, y eso es... el sentido de la violencia dentro de sus propio modelo, el modelo que corresponde a la violencia, como en el toreo, por eso el toreo es un arte, porque respeta su propio modelo" 


domingo, 12 de abril de 2015

74 años de Osvaldo Lamborghini y 60 de Charlie Parker



Hoy, 12 de abril, Osvaldo Lamborghini habría cumplido 74 años. A pesar de los esfuerzos de algunos escritores argentinos y de la reciente reelaboración (a cargo de César Aira, entre otros: Mondadori, 2003) de sus novelas y cuentos originalmente publicados en conjunto por Ediciones del Serbal en 1988, el autor sigue estando en los márgenes.

En algunas reseñas de la obra del autor, se llama la atención sobre la necesidad de evitar leerlo como un escritor maldito y, más bien, centrarse en el contexto político argentino en el que L. escribía. Habría dos maneras de realizar este ejercicio: de un lado, entender su obra como reacción al golpe de estado en su país y centrarse en los fragmentos más claramente opuestos al régimen, y de otro, entender su obra como una eterna parodia, no sólo al régimen sino a todo, incluida la parodia misma, es decir, incluidas las palabras. En este segundo sentido, L. no habría representado una nostalgia comunista o militante destrozada por la dictadura y, de hecho, no representaría ningún tipo de nostalgia. Al contrario, al igual que Roberto Arlt, la destrucción en Lamborghini alcanzaría también a la propia militancia y, como digo, a la propia literatura. En "Diálogo con un liberal inteligente", uno de los personajes conversa con su psiquiatra:
" 'Hum, no sé. A ver. ¿Por qué le gustaría ser una gillette?' Y, porque sí. Para estar en frío. Para cortar, claro. A ver. Para cortar definitivamente  con cualquier tipo de militancia o para cortar con todo lo que no sea una. Una militancia. Para cortar. Eso, al menos. Eso es lo que digo"  
La literatura de L. no tenía direcciones claras o, mejor, su única dirección era la del collage. Era su forma de apropiarse del desastre y la podredumbre que veía no sólo en Argentina, sino también en sus cuatro años de encierro en su departamento de Barcelona. Al igual que tantos grandes, L. no ejecutaba un discurso moral ni quejumbroso frente al desastre sino, todo lo contrario, decidía potenciarlo hasta el extremo, es decir, parodiarlo. En ese sentido, L. fue un escritor profunda y radicalmente moderno que no se resistía sino que ironizaba, que aprovechaba las paradojas del mundo en que vivía para explotarlas, es decir, para hacer arte.

El pasado 12 de marzo Charlie Parker habría cumplido 60 años. Su obra es similar a la L. en este sentido. Parker ejecutaba en su saxofón la velocidad y la incertidumbre de la modernización. En sus composiciones el tiempo era otra cosa, no era lineal sino... otra cosa. No se alejaba de lo que veía sino lo explotaba para hacer algo nuevo pero que, lo sabía, hacía parte de lo mismo. Hay que recordarlo, por ejemplo, interrumpiendo una grabación y saliendo de la sala mientras decía: "esto lo toqué mañana.... Sí: esto lo toqué mañana. Eso lo toqué mañana". Por la misma razón L. llenaba sus textos de sexo, violencia, militancia, lenguaje panfletario, poesía, militares y comunistas. Todo al mismo tiempo. Una y otra vez. El exceso. Parker y Lamborghini dedicaron su vida al exceso.



En su encierro español entre 1981 y 1985, L. se dedicó a intervenir revistas pornográficas y diarios en la misma ruta de sus cuentos, de sus novelas y sus poemas. El resultado de estos trabajos hace parte ahora de la exposición "Teatro Proletario de cámara" del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Lo que se ve en su faceta plástica, es justamente la parodia excesiva. Aquí está el vínculo: http://www.macba.cat/es/expo-osvaldo-lamborghini

Para terminar, a continuación, transcribo "Travesaños", un fragmento de Sobregondi retrocede, uno de sus textos más emblemáticos:
Resultado de imagen para osvaldo lamborghini"Las azoteas están en su lugar. Las plazas tienen juegos y se cubren de pasto en primavera. He aquí la primera falacia. Los chicos no van a la plaza con una idea prevista del juego. Ellos suelen tener otro rigor, otra hamaca. La hamaca en su vaivén puede golpear una nuca, seguramente la golpea. He aquí la muerte atroz, la segunda falacia. La sangre en primavera cubre el pasto de las plazas. No importa, a lo mucho, esa pequeña vida truncada: sobre este desnucado por la hamaca. No hay tercera ni cuarta falacia. Sobre este banco los fantas, mutilados, sentados, se vuelven transparentes. Pasan el uno a través del otro. Esas imágenes tienen filo y se cortan. Tranvías, tranvías amarillos. Esas imágenes pasan a través o se atraviesan: como un ano que pasara (que pasara) por el orificio de otro ano. O anillos. Juego de anillos concéntricos desplazables el uno a través del otro. En el rigor de la primavera, sin rigor, mucha carne eligió la dispersión, decidió cortarse en pequeños trozos hasta desaparecer. Pero no pasaron a través, no se tocaron, no llegaron a tocarse. En el rigor de la primavera el filo rebanó lo que se ofrecía al rebanamiento. Los filos trabajaron. En el rigor de la primavera no había ninguna certeza, ninguna legitimidad, menos rigor. Los anos se fruncían hacia adentro. Sentados, mutilados (sobre una madera cortada en travesaños)"






sábado, 11 de abril de 2015

Sueño de invierno, de Nuri Bilge Ceylan (2014)

Una de las pocas criticas que ha tenido la película de Nuri Bilge Ceylan es ser demasiado sesuda, intelectual, discursiva y, en últimas, aburrida. Se le critica ser demasiado larga y sostenerse a punta de diálogos y de nada de acción. Se dice que cuando la trama sale del hotel en el que tiene lugar la película cobra vida y se vuelve más natural y emocionante. Se le critica tener diálogos artificiales.

En efecto muchos de los diálogos son artificiales, pero eso no es un error sino, justamente, su gracia. Y por ser artificiales dejan de ser sesudos, intelectuales, abstractos, discursivos o demasiado inteligentes. En este caso, la combinación de la profundidad de los diálogos y su impostura resulta en comedia. En realidad la fuerza de las conversaciones está, más que en ellas mismas, en lo que dicen de los personajes, en cómo hablan, en cómo dan la pelea, en cómo se retiran y cómo regresan, en cómo se resignan y cómo triunfan. Toda la película es una apuesta teatral. No quiere decir que los diálogos sean inocuos, vacíos o demasiado abstractos. Podría decir que se desarrollan en dos niveles: en su nivel más básico, reproducen los problemas centrales e históricos de la historia de la literatura, el cine y el teatro: los valores de la aristocracia, su aburrimiento, la separación de caminos en un matrimonio, el envejecimiento, la decadencia de los valores. Pero de otro lado, en su nivel más abstracto, son una comedia trágica.

De mis diálogos favoritos es el mantenido entre los dos hermanos, Aydin y su hermana Necle. La conversación sostiene los dos niveles: si en cuanto a contenido da cuenta de esos asuntos históricos que mencioné, de otro, en cuanto a la forma, es una comedia en la que los personajes se adelantan y retroceden sin saber bien para dónde van: es una estrategia que sin afán, con paciencia, nos presenta los conflictos internos de los personajes a partir de lo que dicen, no de lo que hacen. Eso tiene mucha gracia. El énfasis discursivo de la película no sólo la emparenta con el teatro sino que le da una fuerza inmensa. El resultado son personajes sumamente complejos de los que cualquier cosa se puede esperar: ver a Aydin liberando a su caballo o pidiendo perdón, a su hermana -pedante, aristócrata, quisquillosa- destrozada por su separación o al Imán maldiciendo a Aydin, responde a esa construcción compleja de cada uno de ellos.

Por eso Sueño de invierno se parece a un juego de máscaras. Todos los personajes guardan siempre una cortesía a veces ácida y a veces sutil que evita los momentos explosivos que a algunos críticos les hace falta. Frente a esta cortesía, sólo tres personajes suelen explotar fácilmente en oposición a la "impostura" de los otros: un niño, un borracho y una joven.

La película está llena de movimientos lentos que terminan generando una tormenta que, quizás, no es fácil de ver si no se tiene un ojo aguzado y, sobre todo, paciente. Por eso, sostengo que la falta de emoción, de acción, de "que pase algo" que le critican en algunas pocas reseñas, no tiene sustento.

Por último, Sueño de invierno me hizo sentir, como a tantos otros que defienden la película, leyendo una novela rusa del siglo diecinueve o un conjunto de cuentos Chéjov (de hecho, esta reseña dice que la película está basada en tres relatos del escritor: http://revistatarantula.com/sueno-de-invierno-de-nuri-bilge-ceylan/) o viendo una película, potenciada a la n, de Ingmar Bergman: conflictos internos, complejidad de los protagonistas, comedia, tragedia y, en fin, ese juego de máscaras en el que cualquier cosa puede pasar. Diez puntos.

Otras reseñas:

La odió: "La proyección se dedica a extensas e inconducentes conversaciones entre el protagonista, su esposa joven pero agotada, su hermana agria y resentida, y otra gente que difícilmente sepa cantar el Himno a la Alegría": http://www.ambito.com/diario/noticia_ee.asp?id=781275

Un audio de posiciones opuestas: https://soundcloud.com/la-autopista-del-sur-3/sueno-de-invierno