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jueves, 17 de julio de 2014

De por qué "Tierra en la lengua" fue una decepción

Había ya manifestado el entusiasmo ante el estreno de la última película de Rubén Mendoza, "Tierra en la lengua". Y es que, en efecto, el trailer es muy prometedor: un anciano al final de la vida que pide morir en manos de su nieto, imágenes de animales ariscos en medio de tristes cantos de vaquería, el misterioso y hermoso paisaje del llano y, por supuesto, un título bellísimo. No sé quiénes son los encargados de hacer los trailers, pero este quedó muy bien hecho: escogió las piezas de un rompecabezas que nunca se armó.

Aquí algunas razones (intentando no tirarnos la película hablando de los detalles) de por qué la película es una farsa:

1. La tradición colombiana de hacer reír: Teniendo todas las herramientas para una muy buena tragedia, Mendoza no renuncia, ni siquiera en los momentos que por sí mismos son trágicos, a hacer reír al público. No estoy hablando de la difícil mezcla entre comedia y tragedia, estoy hablando de comedia mala, barata.

2. Un pésimo humor: Y no sólo busca hacer reír permanentemente, sino que lo hace con un humor tan aterrador que en algunos momentos recuerda "El paseo": un hombre que baila vestido de mujer o una canción "grosera" sobre comerse a una vieja.

3. Pésimos actores: A excepción del viejo (Jairo Salcedo) que hace un papel impecable, los dos jóvenes protagonistas lo hacen realmente mal. Y  no creo que sea culpa de ellos. O mejor, además de ellos, es culpa de Mendoza que por querer retratar su propia historia, renunció a modificarla habiendo podido incluir a un joven más parecido al protagonista de "El vuelco del cangrejo", es decir, un personaje un poquito más complejo, menos superficial, que se articulara mejor con el ambiente de la película, que la dotara de trama, de algo más de complejidad.

4. Diálogos acartonados: Sumado a los dos personajes jóvenes, en momentos los diálogos caen no sólo en el humor facilón, sino además en acartonamientos que terminan tentando a abandonar la sala. Sólo un ejemplo: el corto monólogo del guerrillero sentado de espaldas explicándole a los jóvenes la razón de su lucha no es más que una caricatura.

5. Drogas y guerra: No fue capaz de renunciar Mendoza a incluir una "traba" con alucinógenos. Tampoco fue capaz de renunciar a mostrar la guerra. Lo peor de todo es que lo hace mal, lo hace groseramente, de manera fácil, explícita, evidente. Para saber cómo hacerlo de mejor manera, bastaría con recordar la forma como William Vega incluye la presencia de la violencia en "La sirga". Para hablar de la violencia no hay que mostrar la sangre, para hablar de la guerrilla no hay que mostrar uniformes camuflados ni mucho menos poner a hablar, durante diez segundos, a un guerrillero. Para hablar de la muerte no hay que mostrar muertos.

6. Escenas, historias y personajes que no sirven para nada: Imagino que no se aguantó las ganas Mendoza de contar pequeñas historias vividas por él mismo a propósito de la relación con su abuelo, a pesar de que no aportaran nada a la historia central: una loca que anda preguntando por una bebé o un médico que aparece sólo para repartir y consumir alucinógenos y que luego desaparece. En algún momento, A. y yo nos dijimos: ahora ya todo se acabó, cualquier cosa puede pasar de aquí en adelante, cualquier personaje o cualquier historia salida de la nada puede aparecer.

En fin. "Tierra en la lengua" es una película superficial habiéndolo tenido todo para no serlo. Desde el trailer anuncia un dramatismo que nunca aparece. Desaprovecha una buena historia, desaprovecha las hermosas locaciones, desaprovecha la música y desaprovecha hasta el título.

Pdta: de nuevo, hay que decir que el papel de Jairo Salcedo es impecable. A eso hay que sumarle el par de escenas en las que se integran viejas imágenes y audios recobrados de la infancia de Mendoza junto a sus abuelos y un par de escenas en las que Mendoza nos deja ver, por fuera de la historia, por fuera de todo, a los animales del llano.